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Una Ciudad Espiritual
en Medio de una
Ciudad Física.

Ser una ciudad espiritual en medio de una ciudad física creyendo que el mismo Señor que dijo que una ciudad asentada no se puede ocultar; usará nuestra iglesia para ser una ciudad que irradie la luz y la verdad del Evangelio para San Juan y para toda la Isla.

Ciudad de Dios está centrada en:

El Evangelio

El estar centrados en el evangelio es una manera más explícita de comunicar que estamos centrados en Cristo. Porque el evangelio tiene en el centro a la persona de Jesús. Significa profundizar en la persona y obra de Cristo, al proclamar sus palabras y las cosas que hizo por el bien de su misión.

El Discipulado

Discipular es amar con tu vida a otra vida, mediante palabras y hechos. Jesús nos dijo que hiciéramos discípulos, lo cual significa que discipular es una parte básica de la vida cristiana. El discipulado funciona esencialmente mediante la instrucción y la imitación.

La Misión

Creemos que la misión cristiana es algo más que simplemente un departamento de la iglesia, y algo más que simplemente el trabajo de profesionales capacitados. El Dios bíblico es por naturaleza un Dios que envía, un Dios misionero. El Padre envía al Hijo; el Hijo envía al Espíritu y a sus discípulos al mundo. Somos una iglesia que capacita y anima a nuestra gente a estar en misión como individuos y como cuerpo.

Anhelamos Transformación

Anhelamos ser una iglesia que va a dónde nadie quiere ir, que aprende cosas que otros no quieren aprender y que se relaciona con personas que otros no se quieren relacionar; con el único fin de que el GLORIOSO EVANGELIO sea predicado, que Cristo sea conocido y que las vidas sean transformadas.

Nuestros Líderes

Félix Cabrera

Lead Pastor

El pastor Félix Cabrera nació el 27 de febrero de 1979 en San Juan, Puerto Rico. Creció en un hogar cristiano, pero el Señor lo llamó a la salvación a sus 17 años. Desde el año 2000 hasta el 2005, trabajó como Gerente General de varios equipos del Baloncesto Superior de Puerto Rico y de las Selecciones Nacionales Sub-19 y Sub-21 del país. En el verano de 2010, se mudó al estado de Oklahoma, y Dios puso en su corazón el deseo de comenzar una Iglesia Hispana en el norte de Oklahoma City. Después de un año de estudio, relaciones y aprendizaje sobre las necesidades de la comunidad hispana en ese sector, la Convención General Bautista de Oklahoma (Oklahoma Baptists) y Quail Springs Baptist Church lo apoyaron en la apertura de lo que hoy se conoce como la Iglesia Bautista Central. En el 2017, luego del paso del Huracán María en Puerto Rico, el Señor lo llamó a regresar a la Isla para iniciar esta iglesia y unirse a los esfuerzos de los Bautistas del Sur en Puerto Rico.

El pastor Félix posee una Licenciatura en Administración de Empresas con concentración en Gerencia de la Universidad de Puerto Rico, una Maestría en Artes con énfasis en Consejería Pastoral de Liberty Baptist Theological Seminary, una Maestría en Artes con énfasis en Plantación de Iglesias en Southeastern Baptist Theological Seminary y un Doctorado en Ministerio con énfasis en Liderazgo en Midwestern Baptist Theological Seminary.

Dentro de sus responsabilidades con la Convención Bautista del Sur (SBC), el pastor Félix ha servido como 2do Vicepresidente, miembro del Concilio de Liderazgo Hispano, miembro del Concilio Pastoral para Lifeway Español, cofundador y miembro del Concilio de la Hispanic Baptist Pastors Alliance y fundador de la RED 1:8 Church Planting Network, ministerio que ayudó a iniciar más de 40 iglesias. También sirvió como Vicepresidente de Send Network Español y Director Regional en Puerto Rico para la North American Mission Board (NAMB). Actualmente es el Director Asociado para Programas Hispanos en Southwestern Baptist Theological Seminary (SWBTS).

Tres cosas lo apasionan: el desarrollo, entrenamiento y envío de líderes, ver nuevas iglesias saludables siendo iniciadas y alimentar, amar y apacentar las ovejas que el Señor le pone en sus manos.

Por la gracia de Dios, está casado desde el 2001 con el amor de su vida y hoy compañera de ministerio, Denisse, y fruto de su amor, el Señor les regaló a sus princesas, Andrea Nicole y Adriana Victoria.

Luis Gómez

Pastor

El pastor Luis Gómez nació en febrero de 1984 en Queens, Nueva York. Hijo de padres puertorriqueños, a sus 13 años su familia se mudó al pueblo de Aguas Buenas, Puerto Rico. Criado en un hogar cristiano, fue salvo a los 17 años mientras cursaba su primer año universitario. Durante los próximos 12 años, sirvió en diversos ministerios de su iglesia: líder del ministerio de jóvenes y juveniles, maestro de escuela bíblica, predicador y diácono.

En el 2013, se mudó a Louisville, Kentucky, donde trabajaba como Director de Admisiones de Hospitales. En el 2018, fue afirmado como Asistente Pastoral de Highview en Español en dicha ciudad y sirvió liderando el ministerio de adoración, el ministerio Devocional Diario y en la predicación. En el 2020, Luis reconoció un claro llamado de Dios para regresar a Puerto Rico y unirse a la obra en la Isla, iniciando en agosto de 2021 como Interno del Programa de Residencia en Plantación de Iglesias de SEND PUERTO RICO.

Luis posee una Maestría en Divinidad con concentración en Estudios en la Gran Comisión del Southern Baptist Theological Seminary, además de poseer Maestrías en Administración de Empresas (MBA) y en Contabilidad y Gerencia Financiera (MAFM).

Está casado desde el 2006 con Desiree y el fruto de su matrimonio son sus tres hijas: Cirene, Faith y Hannah.

Diego Adrianzén

Asistente Pastoral

Diego Adrianzén nació el 11 de junio de 1991 en Lima, Perú. Creció en un hogar donde Cristo no era conocido. En la soberanía de Dios, su familia emigró a Connecticut, Estados Unidos. Dios lo salvó en el 2009, un año antes de terminar la secundaria. Desde el año 2014 hasta el año 2020 trabajó como ingeniero industrial en diferentes plantas de General Electric. Al mismo tiempo, desde el 2017 empezó a servir como asistente pastoral en la Iglesia Bautista Central, donde fue responsable del ministerio de Evangelismo y Seguimiento. En el 2021 completó el Programa de Residencia en Plantación de Iglesias en Oklahoma.

Dios usó a sus pastores y una conferencia de misiones para mostrarle que alrededor de dos billones de personas nunca han escuchado el evangelio de Jesucristo. Estas cifras le impactaron, y a través de la oración y mientras servía como asistente pastoral en su iglesia local, después de cuatro años buscando la voluntad de Dios con respecto a las misiones, su llamado se hizo claro. Por la gracia de Dios, estuvo sirviendo en África del Norte, enviado por su iglesia, cumpliendo lo que Dios nos ha mandado: hacer discípulos de todas las naciones enseñando la Palabra de Dios.

Diego posee una Licenciatura en Ciencias en Ingeniería Industrial de Worcester Polytechnic Institute y una Maestría en Estudios Teológicos con énfasis en Predicación y Ministerio Pastoral en Midwestern Baptist Theological Seminary.

Lo que desea es ver más obreros capacitados enviados a los lugares aún no alcanzados con el evangelio para la plantación de iglesias bíblicas. Está casado con su mayor bendición después de la salvación, Michelle, desde el 2023.

Carlos Vélez

Asistente Pastoral

Carlos A. Vélez nació el 9 de agosto de 1974 en San Juan, Puerto Rico. Está retirado del US Army donde sirvió por 20 años y es veterano de la guerra en Irak. En el año 2007, Dios, en Su misericordia, intervino en su vida y lo salvó. Desde ese día, su vida ha estado entregada a Cristo y al servicio en el ministerio. Fue dueño de un negocio por unos 8 años y trabajó por otros 10 años como Gerente de Finanzas en la industria farmacéutica.

Obtuvo una Maestría en Divinidad (MDiv.) del Southern Baptist Theological Seminary en Louisville, Kentucky, una Licenciatura en Administración de Empresas con concentración en Contabilidad (BBA) de la Universidad del Turabo en Gurabo, PR, y un Certificado en Plantación de Iglesias Hispanas del Southwestern Baptist Theological Seminary en Ft. Worth, Texas.

Es miembro de la Iglesia Bautista Ciudad de Dios en San Juan, PR desde el año 2023. Su anhelo es que el evangelio de Jesucristo sea proclamado, conocido, enseñado y vivido fielmente con un énfasis en el alcance y discipulado para la gloria de Dios. Está casado con el amor de su vida, Katherine, desde 1994 y el Señor les ha bendecido con tres hijas (Karla, Alaniz y Mia).

Reinaldo Reyes

Asistente Pastoral

Reinaldo Reyes nació el 26 de junio de 1997 en Cayey, Puerto Rico. Criado en un hogar no cristiano, pasó gran parte de su juventud dedicado a la música y su instrumento principal, el trombón. Desde el 2020 hasta el 2023, Reinaldo trabajó como maestro de matemáticas en la Academia Cristiana Nuevo Corazón de Cidra, y como maestro de banda elemental en el programa Acción Social de Puerto Rico.

Luego de 4 años escuchando el evangelio, el Señor salvó a Reinaldo en el 2017 a sus 19 años en la Iglesia Bautista de Buena Vista en Cayey, Puerto Rico. Durante los siguientes 7 años, Reinaldo sirvió en diferentes ministerios de dicha iglesia: ujier, técnico de audiovisuales, líder del ministerio de música, director de alabanzas, maestro de escuela bíblica, maestro de estudios y fundamentos bíblicos, predicador y asistente de finanzas.

Sus principales pasiones son: la evangelización, la adoración bíblica, el cuidado de las almas y la expansión del Reino de Dios mediante la plantación de iglesias. Por eso, siguiendo el llamado de Dios a pastorear su grey y el deseo de pastorear las iglesias por nacer, en julio de 2023 fue ordenado al ministerio pastoral de la iglesia y fue enviado por la iglesia de Cayey para mudarse a San Juan y a la Iglesia Bautista Ciudad de Dios como interno del Programa de Residencia en Plantación de Iglesias de SEND PUERTO RICO.

Reinaldo posee una Licenciatura en Administración de Empresas con concentración en Gerencia de la Universidad de Puerto Rico y una certificación en Plantación de Iglesias Hispanas del Southwestern Baptist Theological Seminary.

Está casado desde el 2020 con Coralys, quien fue su novia durante 7 años, y juntos han recibido la bendición del fruto de su amor a fines de 2023, su primogénito Reinaldo David.

Lo Que Creemos

Iglesia Bautista Ciudad de Dios es una iglesia confesional. Nos apoyamos en los que vinieron antes que nosotros, habiéndose dedicado a la enseñanza de los apóstoles (Hechos 2:42). De hecho, los primeros cristianos confesaron juntos ciertas verdades doctrinales, como se ve en 1 Corintios 15:1-4 y Colosenses 1:15-20. En Ciudad de Dios queremos seguir su ejemplo. Por eso, ser una “iglesia confesional” significa que, juntos como cuerpo, “confesamos” o “nos aferramos a” verdades específicas de la fe cristiana.

Como cristianos confesionales, hemos hecho una adaptación a la Confesión de New Hampshire de 1853, que sirve como nuestra Declaración de Fe. Sin duda, esta confesión no explica todo lo que creen nuestros miembros, pero es un resumen de las creencias básicas necesarias para ser miembro de Ciudad de Dios. Además, entendemos que la Fe y Mensaje Bautista 2000 reflejan una explicación más completa de nuestra Declaración de Fe y una aplicación fiel de la misma a los problemas contemporáneos relacionados con la vida y la disciplina de nuestra iglesia.
I. Las Escrituras

La Santa Biblia fue escrita por hombres divinamente inspirados y es la revelación que Dios hace de sí mismo al hombre. Es un tesoro perfecto de instrucción divina. Tiene a Dios como su autor, su propósito es la salvación, y su tema es la verdad, sin mezcla alguna de error. Por tanto, toda la Escritura es totalmente verdadera y confiable. Ella revela los principios por los cuales Dios nos juzga, y por tanto es y permanecerá siendo hasta el fin del mundo, el centro verdadero de la unión Cristiana, y la norma suprema por la cual toda conducta, credos, y opiniones religiosas humanas deben ser juzgadas. Toda la Escritura es un testimonio de Jesús, quien es Él mismo el centro de la revelación divina.

Éxodo 24.4; Deuteronomio 4.1-2; 17.19; Josué 8.34; Salmos 19.7-10; 119.11, 89, 105, 140; Isaías 34.16; 40.8; Jeremías 15.16; 36.1-32; Mateo 5.17-18; 22.29; Lucas 21.33; 24.44-46; Juan 5.39; 16.13-15; 17.17; Hechos 2.16 y sgts.; 17.11; Romanos 15.4; 16.25-26; 2 Timoteo 3.15-17; Hebreos 1.1-2; 4..12; 1 Pedro 1.25, 2 Pedro 1.19-21.

II. Dios

Hay un Dios, y solo uno, viviente y verdadero. Él es un Ser inteligente, espiritual y personal, el Creador, Redentor, Preservador y Gobernador del universo. Dios es infinito en santidad y en todas las otras perfecciones. Dios es todopoderoso y omnisciente; y su perfecto conocimiento se extiende a todas las cosas, pasadas, presentes y futuras, incluyendo las decisiones futuras de sus criaturas libres. A Él le debemos el amor más elevado, reverencia y obediencia. El Dios eterno y trino se revela a sí mismo como Padre, Hijo y Espíritu Santo, con distintos atributos personales, pero sin división de naturaleza, esencia o ser.

A. Dios el Padre

Dios como Padre reina con cuidado providencial sobre todo su universo, sus criaturas, y el fluir de la corriente de la historia humana de acuerdo a los propósitos de su gracia. Él es todopoderoso, omnisciente, todo amor, y todo sabio. Dios es Padre en verdad de todos aquellos que llegan a ser sus hijos por medio de la fe en Cristo Jesús. Él es paternal en su actitud hacia todos los hombres.

Génesis 1.1; 2.7; Éxodo 3.14; 6.2-3; 15.11 y sgts.; 20.l y sgts.; Levítico 22.2; Deuteronomio 6.4; 32.6; 1 Crónicas 29.10; Salmos 19.1-3; Isaías 43.3,15; 64.8; Jeremías 10.10; 17.13; Mateo 6.9 y sgts.; 7.11; 23.9; 28.19; Marcos 1.9-11; Juan 4.24; 5.26; 14.6-13; 17.1-8; Hechos 1.7; Romanos 8.14-15; 1 Corintios 8.6; Gálatas 4.6; Efesios 4.6; Colosenses 1.15; 1 Timoteo 1.17; Hebreos 11.6; 12.9; 1 Pedro 1.17; 1 Juan 5.7.

B. Dios el Hijo

Cristo es el Hijo eterno de Dios. En su encarnación como Jesucristo fue concebido del Espíritu Santo y nacido de la virgen María. Jesús reveló y cumplió perfectamente la voluntad de Dios, tomando sobre sí mismo la naturaleza humana con sus demandas y necesidades e identificándose completamente con la humanidad, pero sin pecado. Él honró la ley divina por su obediencia personal, y en su muerte sustituta en la cruz, Él hizo provisión para la redención de los hombres del pecado. Él fue levantado de entre los muertos con un cuerpo glorificado y apareció a sus discípulos como la persona que estaba con ellos antes de su crucifixión. Él ascendió a los cielos y está ahora exaltado a la diestra de Dios donde Él es el Único Mediador, completamente Dios, completamente hombre, en cuya Persona se ha efectuado la reconciliación entre Dios y el hombre. Él volverá con poder y gloria para juzgar al mundo y consumar su misión redentora. Él mora ahora en todos los creyentes como el Señor vivo y omnisciente.

Génesis 18.1 y sgts.; Salmos 2.7 y sgts.; 110.1 y sgts.; Isaías 7.14; 53; Mateo 1.1823; 3.17; 8.29; 11.27; 14.33; 16.16,27; 17.5; 27; 28.1-6,19; Marcos 1.1; 3.11, Lucas 1.35; 4.41; 22.70; 24.46; Juan 1.1-18,29; 10.30,38; 11.25-27; 12.44-50; 14.7-11; 16.15-16,28; 17.1-5,21-22; 20.1-20,28; Hechos 1.9; 2.22-24; 7.55-56; 9.45,20; Romanos 1.3-4; 3.23-26; 5.6-21; 8.1-3,34; 10.4; 1 Corintios 1.30; 2.2; 8.6; 15.1-8, 24-28; 2 Corintios 5.19-21; 8.9; Gálatas 4.4-5; Efesios 1.20; 3.11; 4.7-10; Filipenses 2.5-11; Colosenses 1.13-22; 2.9; 1 Tesalonicenses 4.14-18; 1 Timoteo 2.5-6; 3.16; Tito 2.13-14; Hebreos 1.1-3; 4.14-15; 7.14-28; 9.12-15, 24-28; 12.2; 13.8; 1 Pedro 2.21-25; 3.22; 1 Juan 1.7-9; 3.2; 4.14-15; 5.9; 2 Juan 7-9; Apocalipsis 1.13-16; 5.9-14; 12.10-11; 13.8; 19.16.

C. Dios, el Espíritu Santo

El Espiritu Santo es el Espíritu de Dios, completamente divino. Él inspiró a santos hombres de la antigüedad para que escribieran las Escrituras. Mediante la iluminación Él capacita a los hombres para entender la verdad. Él exalta a Cristo. Él convence a los hombres de pecado, de justicia, y de juicio. Él llama a los hombres al Salvador, y efectúa la regeneración. En el momento de la regeneración Él bautiza a cada creyente en el Cuerpo de Cristo. Él cultiva el carácter cristiano, conforta a los creyentes, y les da los dones espirituales por medio de los cuales ellos sirven a Dios mediante su iglesia. Él sella al creyente para el día de la redención final. Su presencia en el cristiano es la garantía de que Dios llevará al creyente hasta alcanzar la plenitud de la estatura de Cristo. Él ilumina y da poder al creyente y a la iglesia en adoración, evangelismo, y servicio. Génesis 1.2; Jueces 14.6; Job 26.13; Salmos 51.11; 139.7 y sgts. Isaías 61.1-3; Joel 2.28-32; Mateo 1.18; 3.16; 4.1; 12.28-32; 28.19; Marcos 1.10,12; Lucas 1.35; 4.1, 18-19; 11.13; 12.12; 24.49; Juan 4.24; 14.16-17,26; 15.26; 16.7-14; Hechos 1.8; 2.1-4,38; 4.31; 5.3; 6.3; 7.55; 8.17,39; 10.44; 13.2; 15.28; 16.6; 19.1-6; Romanos .9-11,14-16,26-27; 1 Corintios 2.10-14; 3.16; 12.3-11,13; Gálatas 4.6; Efesios 1.13-14; 4.30; 5.18; 1 Tesalonicenses 5.19; 1 Timoteo 3.16; 4.1; 2 Timoteo 1.14; 3.16; Hebreos 9.8,14; 2 Pedro 1.21; 1 Juan 4.13; 5.6-7; Apocalipsis 1.10: 22.17.

III. El Hombre

El hombre es la creación especial de Dios, hecho a su propia imagen. Él los creó hombre y mujer como la corona de su creación. La dádiva del género es por tanto parte de la bondad de la creación de Dios. En el principio el hombre era inocente y fue dotado por Dios con la libertad para elegir. Por su propia decisión el hombre pecó contra Dios y trajo el pecado a la raza humana. Por medio de la tentación de Satanás el hombre transgredió el mandamiento de Dios, y cayó de su estado original de inocencia, por lo cual su posteridad heredó una naturaleza y un ambiente inclinado al pecado. Por tanto, tan pronto como son capaces de realizar una acción moral, se convierten en transgresores y están bajo condenación. Solamente la gracia de Dios puede traer al hombre a su compañerismo santo y capacitar al hombre para que cumpla el propósito creativo de Dios. La santidad de la personalidad humana es evidente en que Dios creó al hombre a su propia imagen, y en que Cristo murió por el hombre; por lo tanto, cada persona de cada raza posee absoluta dignidad y es digna del respeto y del amor Cristiano.

Génesis 1.26-30; 2.5, 7.18-22; 3; 9.6; Salmos 1; 8.3-6; 32.1-5; 51.5; Isaías 6.5; Jeremías 17.5; Mateo 16.26; Hechos 17.26-31; Romanos 1.19-32; 3.10-18,23; 5.6,12,19; 6.6; 7.14-25; 8.14-18,29; 1 Corintios 1.21-31; 15.19,21-22; Efesios 2.122; Colosenses 1.21-22; 3.9-11.

IV. Salvación

La salvación implica la redención total del hombre, y se ofrece gratuitamente a todos los que aceptan a Jesucristo como Señor y Salvador, quien por su propia sangre obtuvo redención eterna para el creyente. En su sentido más amplio la salvación incluye la regeneración, la justificación, la santificación, y la glorificación. No hay salvación aparte de la fe personal en Jesucristo como Señor.

A. Regeneración, o el nuevo nacimiento, es una obra de la gracia de Dios por la cual los creyentes llegan a ser nuevas criaturas en Cristo Jesús. Es un cambio de corazón, obrado por el Espíritu Santo por medio de la convicción de pecado, al cual el pecador responde en arrepentimiento hacia Dios y fe en el Señor Jesucristo. El arrepentimiento y la fe son experiencias de gracia inseparables. El arrepentimiento es una genuina vuelta del pecado hacia Dios. La fe es la aceptación de Jesucristo y la dedicación de la personalidad total a Él como Señor y Salvador.

B. Justificación, es la obra de gracia de Dios y la completa absolución basada en los principios de su gracia hacia todos los pecadores que se arrepienten y creen en Cristo. La justificación coloca al creyente en una relación de paz y favor con Dios.

C. Santificación es la experiencia que comienza en la regeneración, mediante la cual el creyente es separado para los propósitos de Dios, y es capacitado para progresar hacia la madurez moral y espiritual por medio de la presencia del Espíritu Santo que mora en él. El crecimiento en gracia debe continuar durante toda la vida de la persona regenerada.

D. Glorificación es la culminación de la salvación y es el estado bendito y permanente del redimido.

Génesis 3.15; Ëxodo 3.14-17; 6.2-8; Mateo 1.21; 4.17; 16.21-26; 27.22-28.6; Lucas 1.68-69; 2.28-32; Juan 1.11-14,29; 3.3-21,36; 5.24; 10.9,28-29; 15.1-16; 17.17; Hechos 2.21; 4.12; 15.11; 16.30-31; 17.30-31; 20.32; Romanos 1.16-18; 2.4; 3.23-25; 4.3 y sgts.; 5.8-10; 6.1-23; 8.1-18,29-39; 10.9-10,13; 13.11-14; 1 Corintios 1.18, 30; 6.19-20; 15.10; 2 Corintios 5.17-20; Gálatas 2.20; 3.13; 5.2225; 6.15; Efesios 1.7; 2.8-22; 4.11-16; Filipenses 2.12-13; Colosenses 1.9-22; 3.1 y sgts.; 1 Tesalonicenses 15.23-24; 2 Timoteo 1.12; Tito 2.11-14; Hebreos 2.1-3; 5.89; 9.24-28; 11.1-12.8,14; Santiago 2.14-26; 1 Pedro 1.2-23; 1 Juan 1.6-2.11; Apocalipsis 3.20; 21.1-22.5.

V. El Propósito de la Gracia de Dios

La elección es el propósito de la gracia de Dios, según el cual Él regenera, justifica, santifica y glorifica a los pecadores. Es consistente con el libre albedrío del hombre, e incluye todos los medios relacionados con el fin. Es la gloriosa expresión de la bondad soberana de Dios, y es infinitamente sabia, santa e inmutable. Excluye la jactancia y promueve la humildad.

Todos los verdaderos creyentes perseveran hasta el fin. Aquellos a quienes Dios ha aceptado en Cristo y santificado por su Espíritu, jamás caerán del estado de gracia, sino que perseverarán hasta el fin. Los creyentes pueden caer en pecado por negligencia y tentación, por lo cual contristan al Espíritu, menoscaban sus virtudes y su bienestar, y traen reproche a la causa de Cristo y juicios temporales sobre sí mismos; sin embargo, ellos serán guardados por el poder de Dios mediante la fe para salvación.

Génesis 12.1-3; Éxodo 19.5-8; 1 Samuel 8.4-7,19-22; Isaías 5.1-7; Jeremías 31.31 y sgts.; Mateo 16.18-19; 21.28-45; 24.22,31; 25.34; Lucas 1.68-79; 2.29-32; 19.4144: 24.44-48; Juan 1.12-14; 3.16; 5.24; 6.44-45,65; 10.27-29; 15.16; 17.6,12.1718: Hechos 20.32; Romanos 5.9-10; 8.28-29; 10.12-15; 11.5-7,26-36; 1 Corintios 1.1-2; 15.24-28; Efesios 1.4-23; 2.1-10; 3.1-11; Colosenses 1.12-14; 2 Tesalonicenses 2.13-14; 2 Timoteo 1.12; 2.10,19; Hebreos 11.39-12.2; Santiago 1.12; 1 Pedro 1.2-5,13; 2.4-10; 1 Juan 1.7-9; 2.19; 3.2.

VI. La Iglesia

Una iglesia del Nuevo Testamento del Señor Jesucristo es una congregación local y autónoma de creyentes bautizados, asociados en un pacto en la fe y el compañerismo del evangelio; cumpliendo las dos ordenanzas de Cristo, gobernada por sus leyes, ejercitando los dones, derechos, y privilegios con los cuales han sido investidos por su Palabra, y que tratan de predicar el evangelio hasta los fines de la tierra. Cada congregación actúa bajo el señorío de Jesucristo por medio de procesos democráticos. En tal congregación cada miembro es responsable de dar cuentas a Jesucristo como Señor. Sus oficiales escriturales son pastores y diáconos. Aunque tanto los hombres como las mujeres son dotados para servir en la iglesia, el oficio de pastor está limitado a los hombres, como lo limita la Escritura.

El Nuevo Testamento habla también de la iglesia como el Cuerpo de Cristo el cual incluye a todos los redimidos de todas las edades, creyentes de cada tribu, y lengua, y pueblo, y nación.

Mateo 16.15-19; 18.15-20; Hechos 2.41-42, 47; 5.11-14; 6.3-6; 14.23,27; 15.1-30; 16.5; 20.28; Romanos 1.7; 1 Corintios 1.2; 3.16; 5.4-5; 7.17; 9.13-14; 12, Efesios 1.22-23; 2.19-22; 3.8-11,21; 5.22-32; Filipenses 1.1; Colosenses 1.18; 1 Timoteo 2.9-14; 3.1-15; 4.14; Hebreos 11.39-40; 1 Pedro 5.1-4; Apocalipsis 2-3; 21.2-3.

VII. El Bautismo y la Cena del Señor

El bautismo cristiano es la inmersión de un creyente en agua en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Es un acto de obediencia que simboliza la fe del creyente en un Salvador crucificado, sepultado y resucitado, la muerte del creyente al pecado, la sepultura de la antigua vida, y la resurrección para andar en novedad de vida en Cristo Jesús. Es un testimonio de su fe en la resurrección final de los muertos. Como es una ordenanza de la iglesia, es un requisito que precede al privilegio de ser miembro de la iglesia y a participar en la Cena del Señor.

La Cena del Señor es un acto simbólico de obediencia por el cual los miembros de la iglesia, al participar del pan y del fruto de la vid, conmemoran la muerte del Redentor y anuncian su segunda venida.

Mateo 3.13-17; 26.26-30; 28.19-20; Marcos 1.9-11; 14.22-26; Lucas 3.21-22; 22.19-20; Juan 3.23; Hechos 2.41-42; 8.35-39; 16.30.33; 20.7; Romanos 6.3-5; 1 Corintios 10.16,21; 11.23-29; Colosenses 2.12.

VIII. El Día del Señor

El primer día de la semana es el Día del Señor. Es una institución cristiana que se debe observar regularmente. Conmemora la resurrección de Cristo de entre los muertos y debe incluir ejercicios de adoración y devoción espiritual, tanto públicos como privados. Las actividades en el Día del Señor deben estar de acuerdo con la conciencia Cristiana bajo el Señorío de Jesucristo.

Éxodo 20.8-11; Mateo 12.1-12; 28.1 y sgts.; Marcos 2.27-28; 16.1-7; Lucas 24.13,33-36; Juan 4.21-24; 20.1,19-28; Hechos 20.7; Romanos 14.5-10; 1 Corintios 16.1-2; Colosenses 2.16; 3.16; Apocalipsis 1.10.

IX. El Reino

El Reino de Dios incluye tanto su soberanía general sobre el universo como su señorío particular sobre los hombres que voluntariamente lo reconocen como Rey. Particularmente el Reino es el reino de la salvación en el cual los hombres entran mediante su entrega a Jesucristo por medio de una fe y confianza semejante a la de un niño. Los Cristianos deben orar y trabajar para que venga el Reino y que la voluntad de Dios se haga en la tierra. La consumación final del Reino espera el regreso de Jesucristo y el fin de esta era.

Génesis 1.1; Isaías 9.6-7; Jeremías 23.5-6; Mateo 3.2; 4.8-10,23; 12.25-28; 13.152; 25.31-46; 26.29; Marcos 1.14-15; 9.1; Lucas 4.43; 8.1; 9.2; 12.31-32; 17.2021; 23.42; Juan 3.3; 18.36; Hechos 1.6-7; 17.22-31; Romanos 5.17; 8.19; 1 Corintios 15.24-28; Colosenses 1.13; Hebreos 11.10,16; 12.28; 1 Pedro 2.4-10; 4.13; Apocalipsis 1.6,9; 5.10; 11.15; 21- 22.

X. Las Últimas Cosas

Dios, en su propio tiempo y en su propia manera, traerá el mundo a su fin apropiado. De acuerdo a su promesa, Jesucristo regresará a la tierra en gloria de manera personal y visible; los muertos resucitarán; y Cristo juzgará a todos los hombres en justicia. Los injustos serán consignados al Infierno, el lugar del castigo eterno. Los justos en sus cuerpos resucitados y glorificados recibirán su recompensa y morarán para siempre en el Cielo con el Señor.

Isaías 2.4; Mateo 16.27; 18.8.9; 19.28; 24.27,30,36,44; 25.31-46; 26.64; Marcos 8.38; 9.43-48: Lucas 12.40,48; 16.19-26; 17.22-37; 21.27-28; Juan 14.1-3; Hechos 1.11; 17.31; Romanos 14.10; 1 Corintios 4.5; 15.24-28,35-58; 2 Corintios 5.10; Filipenses 3.20-21; Colosenses 1.5; 3.4; 1 Tesalonicenses 4.14-18; 5.1 y sgts. 2 Tesalonicenses 1.7 y sgts.; 2; 1 Timoteo 6.14; 2 Timoteo 4.1,8; Tito 2.13; Hebreos 9.27-28; Santiago 5.8; 2 Pedro 3.7 y sgts. 1 Juan 2.28; 3.2; Judas 14; Apocalipsis 1.18; 3.11; 20:1-22.13.

XI. Evangelismo y Misiones

Es deber y privilegio de cada seguidor de Cristo y de cada iglesia del Señor Jesucristo esforzarse por hacer discípulos de todas las naciones. El nuevo nacimiento del espíritu del hombre por el Espíritu Santo de Dios significa el nacimiento del amor a los demás. El esfuerzo misionero de parte de todos, por lo tanto, depende de una necesidad espiritual de la vida regenerada, y se expresa y ordena repetidamente en las enseñanzas de Cristo. El Señor Jesucristo ha ordenado que se predique el evangelio a todas las naciones. Es deber de cada hijo de Dios procurar constantemente ganar a los perdidos para Cristo mediante el testimonio personal apoyado por un estilo de vida Cristiano, y por otros métodos que estén en armonía con el evangelio de Cristo.

Génesis 12.1-3; Éxodo 19.5-6; Isaías 6.1-8; Mateo 9.37-38; 10.5-15; 13.18-30,3743; 16.19; 22.9-10; 24.14; 28.18-20; Lucas 10.1-18; 24.46-53; Juan 14.11-12; 15.7-8,16; 17.15; 20.21; Hechos 1.8; 2.; 8.26-40; 10.42-48; 13.2-3; Romanos 10.13-15; Efesios 3.1-11; 1 Tesalonicenses 1.8; 2 Timoteo 4.5; Hebreos 2.1-3; 11.39-12.2; 1 Pedro 2.4-10; Apocalipsis 22.17.

XII. Educación

El Cristianismo es la fe de la iluminación y la inteligencia. En Jesucristo habitan todos los tesoros de sabiduría y conocimiento. Todo conocimiento básico es, por lo tanto, una parte de nuestra herencia cristiana. El nuevo nacimiento abre todas las facultades humanas y crea sed de conocimiento. Por otra parte, la causa de la educación en el Reino de Cristo está coordinada con las causas de las misiones y de la beneficencia, y debe recibir juntamente con éstas el apoyo liberal de las iglesias. Un sistema adecuado de educación Cristiana es necesario para completar el programa espiritual del cuerpo de Cristo.

En la educación Cristiana debe haber un balance apropiado entre la libertad académica y la responsabilidad académica. La libertad en cualquier relación humana ordenada es siempre limitada y nunca absoluta. La libertad de un maestro en una institución educacional Cristiana, escuela, colegio, universidad o seminario, está siempre limitada por la preeminencia de Jesucristo, la naturaleza autoritativa de las Escrituras, y por el propósito distintivo para el cual la escuela existe.

Deuteronomio 4.1,5,9,14; 6.1-10; 31.12-13; Nehemías 8.1-8; Job 28.28; Salmos 19.7 sgts. 119.11; Proverbios 3.13 y sgts.; 4.1-10; 8.1-7,11; 15.14; Eclesiastés 7.19; Mateo 5.2; 7.2 y sgts.; 28.19-20; Lucas 2.40; 1 Corintios 1.18-31; Efesios 4.11-16; Filipenses 4.8; Colosenses 2.3,8-9; 1 Timoteo 1.3-7; 2 Timoteo 2.15; 3.1417; Hebreos 5.12-6.3; Santiago 1.5; 3.17.

XIII. Mayordomía

Dios es la fuente de todas las bendiciones, temporales y espirituales; todo lo que tenemos y somos se lo debemos a Él. Los Cristianos están endeudados espiritualmente con todo el mundo, un encargo santo en el evangelio, y una mayordomía obligatoria en sus posesiones. Por tanto, están bajo la obligación de servir a Dios con su tiempo, talentos y posesiones materiales; y deben reconocer que todo esto les ha sido confiado para que lo usen para la gloria de Dios y para ayudar a otros. De acuerdo con las Escrituras, los Cristianos deben contribuir de lo que tienen, alegre, regular, sistemática, proporcional y liberalmente para el progreso de la causa del Redentor en la tierra.

Génesis 14.20; Levítico 27.30-32; Deuteronomio 8.18; Malaquías 3.8-12; Mateo 6.1-4,19-21; 19.21; 23.23; 25.14-29; Lucas 12.16-21,42; 16.1-13; Hechos 2.44-47; 5.1-11; 17.24; 25.20-35; Romanos 6.6-22; 12.1-2; 1 Corintios 4.1-2; 6.19-20; 12; 16.1-4; 2 Corintios 8-9; 12.15; Filipenses 4.10-19; 1 Pedro 1.18-19.

XIV. Cooperación

El pueblo de Cristo debe, según la ocasión lo requiera, organizar tales asociaciones y convenciones que puedan asegurar de la mejor manera posible la cooperación necesaria para lograr los grandes objetivos del Reino de Dios. Tales organizaciones no tienen autoridad una sobre otra ni sobre las iglesias. Ellas son organizaciones voluntarias para aconsejar, para descubrir, combinar y dirigir las energías de nuestro pueblo de la manera más eficaz. Los miembros de las iglesias del Nuevo Testamento deben cooperar unos con otros en llevar adelante los ministerios misioneros, educacionales y benevolentes para la extensión del Reino de Cristo. La unidad Cristiana en el sentido del Nuevo Testamento, es armonía espiritual y cooperación voluntaria para fines comunes por varios grupos del pueblo de Cristo. La cooperación entre las denominaciones Cristianas es deseable, cuando el propósito que se quiere alcanzar se justifica en sí mismo, y cuando tal cooperación no incluye violación alguna a la conciencia ni compromete la lealtad a Cristo y su Palabra como se revela en el Nuevo Testamento.

Éxodo 17.12; 18.17 y sgts.; Jueces 7.21; Esdras 1.3-4; 2.68-69; 5.14-15; Nehemías 4; 8.1-5; Mateo 10.5-15; 20.1-16; 22.1-10; 28.19-20; Marcos 2.3; Lucas 10.1 y sgts.; Hechos 1.13-14; 2.1 y sgts.; 4.31-37; 13.2-3; 15.1-35; 1 Corintios 1.10-17; 3.5-15; 12;2 Corintios 8 y 9; Gálatas 1.6-10; Efesios 4.1-16; Filipenses 1.15-18.

XV. El Cristiano y el Orden Social

Todos los Cristianos están bajo la obligación de procurar hacer que la voluntad de Cristo sea soberana en nuestras propias vidas y en la sociedad humana. Los medios y los métodos usados para mejorar la sociedad y para el establecimiento de la justicia entre los hombres pueden ser verdadera y permanentemente útiles solamente cuando están enraizados en la regeneración del individuo por medio de la gracia salvadora de Dios en Jesucristo. En el espíritu de Cristo, los cristianos deben oponerse al racismo, a toda forma de codicia, egoísmo, vicio, a todas las formas de inmoralidad sexual, incluyendo el adulterio, la homosexualidad y la pornografía. Nosotros debemos trabajar para proveer para los huérfanos, los necesitados, los abusados, los ancianos, los indefensos y los enfermos. Debemos hablar a favor de los que no han nacido y luchar por la santidad de toda la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural. Cada cristiano debe procurar hacer que la industria, el gobierno y la sociedad como un todo estén regidos por los principios de la justicia, la verdad y el amor fraternal. Para promover estos fines los Cristianos deben estar dispuestos a trabajar con todos los hombres de buena voluntad en cualquier causa, siendo siempre cuidadosos de actuar en el espíritu de amor sin comprometer su lealtad a Cristo y a su verdad.

Éxodo 20.3-17; Levítico 6.2-5; Deuteronomio 10.12; 27.17; Salmos 101.5; Miqueas 6.8; Zacarías 8.16; Mateo 5.13-16,43-48; 22.36-40; 25.35; Marcos 1.29-34; 2.3 y sgts.; 10.21; Lucas 4.18-21; 10.27-37; 20.25; Juan 15.12; 17.15; Romanos 12-14; 1 Corintios 5.9-10; 6.1-7; 7.20-24; 10.23-11-1; Gálatas 3.26-28; Efesios 6.5-9; Colosenses 3.12-17; 1 Tesalonicenses 3.12; Filemón; Santiago 1.27; 2.8.

XVI. Paz y Guerra

Es el deber de todo cristiano buscar la paz con todos los hombres basándose en los principios de justicia. De acuerdo con el espíritu y las enseñanzas de Cristo, ellos deben hacer todo lo que esté de su parte para poner fin a la guerra.

El verdadero remedio al espíritu guerrero es el evangelio de nuestro Señor. La necesidad suprema del mundo es la aceptación de sus enseñanzas en todas las relaciones de hombres y naciones, y la aplicación práctica de su ley de amor. Las personas Cristianas en todo el mundo deben orar por el reino del Príncipe de Paz.

Isaías 2.4; Mateo 5.9,38-48; 6.33; 26.52; Lucas 22.36,38; Romanos 12.18-19; 13.1-7; 14.19; Hebreos 12.14; Santiago 4.1-2.

XVII. Libertad Religiosa

Solamente Dios es Señor de la conciencia, y Él la ha dejado libre de las doctrinas y de los mandamientos de hombres que son contrarios a su Palabra o no contenidos en ella. La iglesia y el estado deben estar separados. El estado debe protección y completa libertad a toda iglesia en el ejercicio de sus fines espirituales. Al proveer tal libertad ningún grupo eclesiástico o denominación debe ser favorecida por el estado sobre otros grupos. Como el gobierno civil es ordenado por Dios, es deber de los Cristianos rendirle obediencia leal en todas las cosas que no son contrarias a la voluntad revelada de Dios. La iglesia no debe recurrir al poder civil para realizar su obra. El evangelio de Cristo considera solamente los medios espirituales para alcanzar sus fines. El estado no tiene derecho a imponer penalidades por opiniones religiosas de cualquier clase. El estado no tiene derecho a imponer impuestos para el sostenimiento de ninguna forma de religión. El ideal cristiano es el de una iglesia libre en un estado libre, y esto implica el derecho para todos los hombres del acceso libre y sin obstáculos a Dios, y el derecho a formar y propagar opiniones en la esfera de la religión, sin interferencia por parte del poder civil.

Génesis 1.27; 2.7; Mateo 6.6-7,24; 16.26; 22.21; Juan 8.36; Hechos 4.19-20; Romanos 6.1-2; 13.1-7; Gálatas 5.1,13; Filipenses 3.20; 1 Timoteo 2.1-2; Santiago 4.12; 1 Pedro 2.12-17; 3.11-17; 4.12.19.

XVIII. La Familia

Dios ha ordenado la familia como la institución fundamental de la sociedad humana. Está compuesta por personas relacionadas unas con otras por matrimonio, sangre o adopción.

El matrimonio es la unión de un hombre y una mujer en un pacto de compromiso por toda la vida. Es el don único de Dios para revelar la unión entre Cristo y Su iglesia y para proveer para el hombre y la mujer en el matrimonio un medio para compañerismo íntimo, el canal para la expresión sexual de acuerdo a los patrones bíblicos, y los medios para la procreación de la raza humana.

El esposo y la esposa tienen el mismo valor delante de Dios, puesto que ambos fueron creados a la imagen de Dios. La relación matrimonial modela la forma como Dios se relaciona con su pueblo. Un esposo debe amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia. Él tiene la responsabilidad dada por Dios de proveer, proteger y dirigir a su familia. Una esposa debe someterse con gracia al liderazgo como siervo de su esposo, así como la iglesia se sujeta voluntariamente a la dirección de Cristo. Ella, siendo creada a la imagen de Dios como lo es su marido, y por tanto igual a él, tiene la responsabilidad dada por Dios de respetar a su marido y servirle de ayuda en la administración del hogar y la educación de la próxima generación.

Los niños, desde el momento de la concepción, son una bendición y herencia del Señor. Los padres deben demostrar a sus hijos el modelo de Dios para el matrimonio. Los padres deben enseñar a sus hijos los valores espirituales y morales, y dirigirlos, mediante el ejemplo de un estilo de vida consistente y una disciplina amorosa, para que hagan decisiones basadas en la verdad bíblica. Los hijos deben honrar y obedecer a sus padres.

Génesis 1.26-28; 2.15-25; 3.1-20; Éxodo 20.12; Deuteronomio 6.4-9; Josué 24.15; 1 Samuel 1.26-28; Salmos 51.5; 78.1-8; 127; 128; 139.13-16; Proverbios 1.8; 5.1520; 6.20-22; 12.4; 13.24; 14.1; 17.6; 18.22; 22.6,15; 23.13-14; 24.3: 29.15,17; 31.10-31; Eclesiastés 4.9-12; 9.9; Malaquías 2.14-16; Mateo 5.31-32; 18.2-5; 19.3-9; Marcos 10.6-12; Romanos 1.18-32; 1 Corintios 7.1-16; Efesios 5.21-33; 6.1-4; Colosenses 3.18-21; 1 Timoteo 5.8,14; 2 Timoteo 1.3-5; Tito 2.3-5;

I. Las Escrituras

Creemos que la Santa Biblia fue escrita por hombres divinamente inspirados y que es un tesoro perfecto de instrucción divina; Dios es su autor, la salvación es su fin y la verdad sin ningún tipo de error es su contenido. La Biblia revela los principios por los cuales Dios nos juzgará y, por lo tanto, es y permanecerá siendo hasta el fin del mundo el verdadero centro de la unión cristiana, y la regla suprema por la cual toda conducta humana, credos y opiniones deben ser probados.  

II. Del Dios Verdadero

Creemos que solo existe un solo Dios, el único Dios vivo y verdadero, es un Espíritu eterno, personal, e inteligente, y su nombre es YAHWEH, el Creador, Gobernador Supremo del universo; inefablemente glorioso en santidad y digno del más elevado honor, obediencia y amor; en la unidad de Dios existen tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; iguales en divina perfección y ejecutando distintos, pero armoniosos, oficios en la gran obra de redención.


III. De la Caída del Hombre

Creemos que el hombre fue creado en santidad, sujeto a la ley de su Creador; pero, por transgresión voluntaria, el hombre cayó de tal santidad y estado de felicidad. En consecuencia, toda la humanidad es ahora pecadora, no por fuerza sino por elección. El hombre está entonces, por naturaleza, desprovisto de la santidad que requiere la ley de Dios, inclinado al mal y, por lo tanto, bajo justa condenación a la ruina eterna, sin defensa ni excusa.

IV. Del Modo de la Salvación

Creemos que la salvación de los pecadores es totalmente por gracia a través de la obra mediadora del Hijo de Dios, el cual, por elección del Padre, voluntariamente tomó sobre Él nuestra naturaleza, aunque sin pecado; honró la ley divina con su obediencia personal, y por su muerte hizo completa expiación por nuestros pecados. Habiendo resucitado de los muertos, ahora está en el Cielo sentado en el trono y, reuniendo en su maravillosa persona las más tiernas simpatías de perfección divina, está calificado en todos los aspectos para ser un Salvador idóneo, compasivo y todo suficiente.

V. De la Justificación

Creemos que la gran bendición del Evangelio que Cristo les asegura a los que creen en Él es la Justificación; esa justificación incluye el perdón del pecado y la promesa de vida eterna en los principios de la justicia; que la misma es imputada, no en consideración de las buenas obras que pudimos haber hecho, sino únicamente a través de la fe en la sangre del Redentor; en virtud de dicha fe, Su justicia perfecta nos es imputada gratuitamente por Dios; que esta fe nos trae a un estado de bendita paz y favor con Dios, y nos asegura toda otra bendición que sea necesaria en este tiempo y por la eternidad.

VI. Del Ofrecimiento Gratuito de la Salvación

Creemos que las bendiciones de la salvación se encuentran disponibles para todos a través del Evangelio; que es el deber inmediato de todos aceptarlas por una fe sincera, arrepentida y obediente; y que nada impide la salvación del más grande pecador sobre la tierra, sino su propia depravación inherente y su rechazo voluntario del Evangelio; dicho rechazo lo envuelve en una condenación mayor. 

VII. De la Gracia en la Regeneración

Creemos que, para ser salvos, los pecadores deben ser regenerados o nacidos de nuevo; que la regeneración consiste en proveer una sana disposición de la mente, lo cual es efectuado en una manera que va más allá de nuestra comprensión, por el poder del Espíritu Santo en conexión con la verdad divina para asegurar nuestra obediencia voluntaria al evangelio; y que la evidencia apropiada aparece en los santos frutos de arrepentimiento, fe y nueva vida.

VIII. Del Arrepentimiento y la Fe

Creemos que el arrepentimiento y la fe son deberes sagrados y también gracias inseparables, cultivadas en el alma por el Espíritu regenerador de Dios; siendo profundamente convencidos de culpa, peligro e impotencia, y del medio de salvación a través de Cristo, nos volvemos a Dios con contrición sincera, confesión y súplica por misericordia; al mismo tiempo, recibimos al Señor Jesucristo como nuestro Profeta, Sacerdote y Rey, confiando en Él como el único y suficiente Salvador.

IX. Del Propósito de la Gracia de Dios

Creemos que la Elección es el propósito eterno de Dios, a través de la cual Él por gracia regenera, santifica y salva a los pecadores; esto es perfectamente compatible con el libre albedrío del hombre; que comprende todos los medios en relación con el fin; que es la más gloriosa muestra de la bondad soberana de Dios, siendo infinitamente libre, sabio, santo e inmutable; que excluye totalmente la jactancia y promueve la humildad, el amor, la oración, la alabanza, la confianza en Dios y la imitación activa de su misericordia gratuita; que alienta el uso de los medios del más alto nivel; que puede comprobarse por sus efectos en todos los que verdaderamente creen en el Evangelio; que es el fundamento de la seguridad cristiana y comprobarlo respecto a nosotros mismos demanda y merece nuestra mayor diligencia. 

X. De la Santificación

Creemos que la santificación es el proceso por el cual, de acuerdo a la voluntad de Dios, somos hechos partícipes de Su santidad; que es una obra progresiva que empezó en la regeneración y es llevada a cabo en el corazón de los creyentes por la presencia y el poder del Espíritu Santo, el Consolador, en uso continuo de los medios designados ―especialmente la Palabra de Dios, el auto-examen, la auto-negación, vigilancia y oración.

XI. De la Perseverancia de los Santos

Creemos que sólo los creyentes verdaderos perseveran hasta el fin; que su unión perseverante a Cristo es la gran marca que los distingue de los profesantes superficiales; que una Providencia especial vela por su bienestar y que son guardados por el poder de Dios mediante la fe para salvación. 

XII. De la Armonía entre la Ley y el Evangelio

Creemos que la Ley de Dios es la regla eterna e inmutable de su gobierno moral; que es santa, justa y buena; que la inhabilidad que la Escritura asigna al hombre pecador en cumplir sus preceptos se levanta enteramente de su amor por el pecado; que el librarlo de esto y restaurarlo a través del Mediador a una obediencia no fingida a la Ley santa, es uno de los grandes propósitos del Evangelio y de los Medios de la Gracia conectados con el establecimiento de la iglesia visible. 

XIII. De la Iglesia Evangélica

Creemos que una iglesia visible de Cristo es una congregación de creyentes bautizados, asociados por un pacto en la fe y comunión en el Evangelio; observando las ordenanzas de Cristo, gobernados por Sus leyes y ejerciendo los dones, derechos y privilegios investidos en ellos por medio de su palabra; que sus únicos oficiales bíblicos son los ancianos (también llamados obispos o pastores) y diáconos, cuyas afirmaciones/demandas, calificaciones y funciones están especificadas en las Epístolas a Timoteo y Tito. 

XIV. Del Bautismo y la Cena del Señor

Creemos que el bautismo cristiano es la inmersión de un creyente en agua, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, para mostrar así en un emblema solemne y hermoso nuestra fe en el crucificado, enterrado y resucitado Salvador, con sus efectos en nuestra muerte al pecado y resurrección a una nueva vida; que es requisito previo para los privilegios de una relación eclesiástica y para la Cena del Señor, en la cual los miembros de la iglesia, por el sagrado uso del pan y del vino, han de conmemorar juntos el amor agonizante de Cristo, precedido siempre por un solemne auto-examen.

XV. Del Día del Señor

Creemos que el primer día de la semana es el Día del Señor; que este era el día en que las iglesias del Nuevo Testamento se reunían para la adoración cristiana y para la edificación en memoria de la resurrección de nuestro Señor; por lo tanto, que el domingo está reservado para la reunión de la iglesia con esos mismos fines.

XVI. Del Gobierno Civil

Creemos que el Gobierno Civil es divinamente designado para los intereses y el buen orden de la sociedad humana, y que los magistrados deben ser llevados en oración, diligentemente honrados y obedecidos, excepto en aquellos asuntos que se opongan a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, quien es el único Señor de nuestras consciencias y el Príncipe de los reyes de la tierra.

XVII. Del Justo y el Injusto

Creemos que hay una diferencia esencial y radical entre los justos y los injustos; que sólo aquellos que son justificados mediante la fe en el nombre del Señor Jesucristo y santificados por el Espíritu de nuestro Dios son verdaderamente justos a Sus ojos, mientras que los que continúan en la impenitencia y la incredulidad son malvados a Sus ojos; y que la distinción se mantiene entre los hombres tanto en y después de la muerte.

XVIII. Del Mundo Venidero

Creemos que el fin del mundo se acerca; que en el día postrero Cristo descenderá del cielo y resucitará a los muertos de sus tumbas para retribución final; que una solemne separación tendrá lugar; que los malvados serán sentenciados a un castigo eterno, y los justos a un gozo eterno; y que este juicio restaurará para siempre el estado del hombre o en el infierno, bajo los principios de la justicia. 


XIX. Del Matrimonio y la Sexualidad

Es la posición bíblica que el matrimonio involucre la unión de un hombre y una mujer en una fidelidad sagrada y permanente. Aunque varias culturas y costumbres tienen definiciones del matrimonio que evolucionan, solo Dios tiene la autoridad final para prescribir y describir la relación marital (Génesis 2:24, Mateo 19:1-9, Marcos 10:1-12).  

Más aun, la intimidad sexual es solamente ejercida propiamente y perseguida dentro de los confines de la relación marital. La inmoralidad sexual, definida como cualquier actividad sexual fuera de los límites de la relación sagrada matrimonial entre un hombre y una mujer, es clara y expresamente prohibida por el Señor (Mateo 15:19, 1 Corintios 6:9-11, 1 Tesalonicenses 4:3, Hebreos 13:4). 

Como consecuencia, la Iglesia entiende que cualquiera y toda forma de inmoralidad sexual, incluyendo el adulterio, fornicación, conducta homosexual, conducta bisexual, bestialidad, incesto, pornografía y aun alguna intención lujuriosa, es pecaminosa y en última instancia, insatisfactoria.  

Más aun, la Iglesia entiende como pecaminosa la intención o el deseo de quirúrgicamente alterar el sexo biológico a un sexo distinto. Ya que el cuerpo es una creación de Dios, la Iglesia abraza que la identidad sexual está biológicamente determinada, y las normas de género asociadas han de ser observadas como apropiadas a los estándares bíblicos. Un desacuerdo con el sexo biológico individual solo lleva a confusión espiritual y caos emocional (Génesis 1:27, Romanos 1:26-32, 1 Corintios 6:9-11). 

A fin de preservar la función e integridad de la Iglesia como el 

Cuerpo local de Cristo, y para proveer un ejemplo bíblico a los Miembros de la Iglesia y la comunidad, es imperativo que todas las personas empleadas por la Iglesia en cualquier capacidad o unidas a la Iglesia por medio de la membresía deben cumplir y aceptar esta “Declaración sobre el Matrimonio y la Sexualidad” y comportarse de acuerdo al mismo.  

Aunque la expresión sexual pecaminosa es atroz, como lo es todo pecado, el Evangelio provee redención y restauración a todo el que confiesa y abandona su pecado, buscando misericordia y perdón a través de Jesucristo (1 Corintios 6:9-11, Efesios 2:1-10, Tito 3:3-7). 

Más aun, hay una diferencia entre tentación y pecado no arrepentido. Jesús fue tentado de todas las maneras en la que nosotros lo somos, sin embargo Él nunca pecó. Miembros, empleados, voluntarios y asistentes de la Iglesia luchando con toda clase de tentación sexual encontrarán una Iglesia lista para apuntarlos a Jesús y unirse a ellos para luchar por su obediencia a Cristo. Jesús llamó a sí mismo al cansado y abatido. Como una iglesia que desea seguir plenamente a Cristo, la Iglesia será un lugar seguro para hombres y mujeres luchando con tentaciones sexuales de todo tipo. Para aquellos que luchan con tentación y perdón de pecado, la Iglesia proveerá amor, cuidado y dirección (Mateo 11:28-30, 1 Corintios 10:13, Hebreos 2:17-18, Hebreos 4:14-16). 

La Declaración sobre el Matrimonio y la Sexualidad de la Iglesia no proporciona motivos para la intolerancia, el fanatismo, la intimidación o el odio, ya que creemos plenamente que a cada persona se le debe conceder compasión, amor, bondad, respeto y dignidad, sin importar su estilo de vida. Un comportamiento o actitudes de odio y acoso dirigido a cualquier individuo han de ser repudiados como pecaminosos y contrarios a las Escrituras y las doctrinas de la Iglesia. 

Esta Declaración sobre el Matrimonio y la Sexualidad da a los ancianos, específicamente, el derecho y la autoridad de prohibir actos u omisiones, incluyendo pero no limitados a (a) permitir cualquier activo o propiedad de la Iglesia, sea propiedad real, propiedad personal, propiedad intangible, o cualquier propiedad o activo de cualquier tipo que está sujeto a la dirección o control de la Iglesia, ser utilizado de cualquier manera que sería – o, en la prerrogativa personal de los ancianos, sea percibido así por cualquier persona –inconsistente con esta Declaración sobre el Matrimonio y la Sexualidad; y (b) permitir que cualquier facilidad de la Iglesia sea utilizada por cualquier persona, organización, corporación, o grupo que pudiese usar tal facilidad para transmitir, intencionalmente o por inferencia, lo que pudiese percibirse como una impresión favorable a cualquier definición del matrimonio distinta a la contenida en esta Sección. 

La Declaración sobre el Matrimonio y la Sexualidad de la Iglesia se basa en la voluntad de Dios para la vida humana como se nos presenta a través de las Escrituras, sobre la cual esta Iglesia ha sido fundada y anclada, y esta Declaración no estará sujeta a cambio a través del voto popular; referéndum; la opinión predominante de los Miembros o el público general; influencia o interpretación de cualquier autoridad gubernamental, agencia o acción oficial; o desarrollos legales a nivel local, estatal o federal.


Prefacio

La autoridad de las Escrituras es un elemento central para la Iglesia Cristiana tanto en esta época como en toda otra. Los que profesan su fe en Jesucristo como Señor y Salvador son llamados a demostrar la realidad del discipulado obedeciendo la Palabra escrita de Dios en una forma humilde y fiel. El apartarse de las Escrituras en que se refiere a fe y conducta es demostrar deslealtad a nuestro Señor.

El reconocimiento de la verdad total y de la veracidad de las Santas Escrituras es esencial para captar y confesar su autoridad en una forma completa y adecuada. La Declaración siguiente afirma esta inerrabilidad de las Escrituras dándole un nuevo enfoque, haciendo más clara su comprensión y sirviéndonos de advertencia en caso de denegación. Estamos convencidos de que el acto de negarla es como poner a un lado el testimonio de Jesucristo y del Espíritu Santo, como también el no someterse a las demandas de la Palabra de Dios que es el signo de la verdadera fe cristiana. Reconocemos que es nuestra responsabilidad hacer esta Declaración al encontramos con la presente negación de la inerrabilidad que existe entre cristianos, y los malentendidos que hay acerca de esta doctrina en el mundo en general.

Esta Declaración consta de tres partes: un Resumen, los Artículos de Afirmación y de Negación, y una Exposición que acompaña a éstos, la cual no estará incluida en este escrito. Todo esto ha sido preparado durante tres días de estudio consultivo en Chicago. Los que firmaron el Resumen y los Artículos desean declarar sus propias convicciones acerca de la inerrabilidad de las Escrituras; también desean alentar y desafiar a todos los cristianos a crecer en la apreciación y entendimiento de esta doctrina. Reconocemos las limitaciones de un documento preparado en una breve e intensa conferencia, y de ninguna manera proponemos que se lo considere como parte del credo cristiano. Aun así nos regocijamos en la profundización de nuestras creencias durante las deliberaciones, y oramos para que esta Declaración que hemos firmado sea usada para la gloria de nuestro Dios y nos lleve a una nueva reforma de la Iglesia en su fe, vida y misión.

Ofrecemos este Documento en un espíritu de amor y humildad, no de disputa. Por la gracia de Dios, deseamos mantener este espíritu a través de cualquier diálogo futuro que surja a causa de lo que hemos dicho. Reconocemos sinceramente que muchos de los que niegan la inerrabilidad de las Escrituras, no muestran las consecuencias de este rechazo en el resto de sus creencias y conducta, y estamos plenamente consientes de que nosotros, los que aceptamos esta doctrina, muy seguido la rechazamos en la vida diaria, por no someter nuestros pensamientos, acciones, tradiciones y hábitos a la Palabra de Dios.

Nos gustaría saber las reacciones que tengan los que hayan leído esta Declaración y vean alguna razón para enmendar las afirmaciones acerca de las Escrituras, siempre basándose en las mismas, sobre cuya autoridad infalible nos basamos. Estaremos muy agradecidos por cualquier ayuda que nos permita reforzar este testimonio acerca de la Palabra de Dios, y no pretendemos tener infalibilidad personal sobre la atestación que presentamos, estaremos agradecidos por cualquier ayuda que nos permita fortalecer este testimonio de la Palabra de Dios.

Una Declaración Breve
  1. Dios, que es la Verdad misma y dice solamente la verdad, ha inspirado las Sagradas Escrituras para de este modo revelarse al mundo perdido a través de Jesucristo como Creador y Señor, Redentor y Juez. Las Sagradas Escrituras

son testimonio de Dios acerca de sí mismo.

Declaración de Infabilidad de las Escrituras

  1. Las Sagradas Escrituras, siendo la Palabra del propio Dios, escrita por hombres preparados y dirigidos por su Espíritu, tienen autoridad divina infalible en todos los temas que tocan; deben ser obedecidas como mandamientos de Dios en todo lo que ellas requieren; deben de ser acogidas como garantía de Dios en todo lo que prometen.
  2. El Espíritu Santo, autor divino de las Escrituras, las autentifica en nuestro propio espíritu por medio de su testimonio y abre nuestro entendimiento para comprender su significado.
  3. Siendo completa y verbalmente dadas por Dios, las Escrituras son sin error o falta en todas sus enseñanzas, tanto en lo que declaran acerca de los actos de creación de Dios, acerca de los eventos de la historia del mundo, acerca de su propio origen literario bajo la dirección de Dios, como en su testimonio de la gracia redentora de Dios en la vida de cada persona.
  4. La autoridad de la Escrituras es inevitablemente afectada si esta inerrabilidad divina es de algún modo limitada o ignorada, o es sometida a cierta opinión de la verdad que es contraria a la de la Biblia; tales posiciones ideológicas causan grandes pérdidas al individuo y a la Iglesia.
ARTÍCULOS DE AFIRMACIÓN Y DE NEGACIÓN
ARTÍCULO I

Afirmamos que las Santas Escrituras deben de ser recibidas como la absoluta Palabra de Dios.

Negamos que las Escrituras reciban su autoridad de la Iglesia, de la tradición o de cualquier otra fuente humana.

ARTÍCULO II

Afirmamos que las Escrituras son la suprema norma escrita por la cual Dios enlaza la conciencia, y que la autoridad de la Iglesia está bajo la autoridad de las Escrituras.

Negamos que los credos de la Iglesia, los concilios o las declaraciones tengan mayor o igual autoridad que la autoridad de la Biblia.

ARTÍCULO III

Afirmamos que la Palabra escrita es en su totalidad la revelación dada por Dios.

Negamos que la Biblia sea simplemente un testimonio de la revelación, o sólo se convierta en revelación cuando haya contacto con ella, o dependa de la reacción del hombre para confirmar su validez.

ARTÍCULO IV

Afirmamos que Dios, el cual hizo al hombre en su imagen, usó el lenguaje como medio para comunicar su revelación.

Negamos que el lenguaje humano esté tan limitado por nuestra humanidad que sea inadecuado como un medio de revelación divina. Negamos además que la corrupción de la cultura humana y del lenguaje por el pecado haya coartado la obra de inspiración de Dios.

ARTÍCULO V

Afirmamos que la revelación de Dios en las Sagradas Escrituras fue hecha en una forma progresiva.

Declaración de Infabilidad de las Escrituras

Negamos que una revelación posterior, la cual puede completar una revelación inicial, pueda en alguna forma corregirla o contradecirla. Negamos además que alguna revelación normativa haya sido dada desde que el Nuevo Testamento fue completado.

ARTÍCULO VI

Afirmamos que las Sagradas Escrituras en su totalidad y en cada una de sus partes, aún las palabras escritas originalmente, fueron divinamente inspiradas.

Negamos que la inspiración de las Escrituras pueda ser considerada como correcta solamente en su totalidad al margen de sus partes, o correcta en alguna de sus partes pero no en su totalidad.

ARTÍCULO VII

Afirmamos que la inspiración fue una obra por la cual Dios, por medio de su Espíritu y de escritores humanos, nos dio su Palabra. El origen de la Escrituras es divino. El modo usado para transmitir esta inspiración divina continúa siendo, en gran parte, un misterio para nosotros.

Negamos que esta inspiración sea el resultado de la percepción humana, o de altos niveles de concientización de cualquier clase.

ARTÍCULO VIII

Afirmamos que Dios, en su obra de inspiración, usó la personalidad característica y el estilo literario de cada uno de los escritores que El había elegido y preparado.

Negamos que Dios haya anulado las personalidades de los escritores cuando causó que ellos usaran las palabras exactas que El había elegido.

ARTÍCULO IX

Afirmamos que la inspiración de Dios, la cual de ninguna manera les concedía omnisciencia a los autores bíblicos, les garantizaba sin embargo, que sus declaraciones eran verdaderas y fidedignas en todo a que éstos fueron impulsados a hablar y a escribir.

Negamos que la finitud o el estado de perdición de estos escritores, por necesidad o por cualquier otro motivo, introdujeran alguna distorsión de la verdad o alguna falsedad en la Palabra de Dios.

ARTÍCULO X

Afirmamos que la inspiración de Dios, en sentido estricto, se aplica solamente al texto autográfico de las Escrituras, el cual gracias a la providencia de Dios, puede ser comprobado con gran exactitud por los manuscritos que están a la disposición de todos los interesados. Afirmamos además que las copias y traducciones de la Escrituras son la Palabra de Dios hasta el punto en que representen fielmente los manuscritos originales.

Negamos que algún elemento esencial de la fe cristiana esté afectado por la ausencia de los textos autográficos. Negamos además de que la ausencia de dichos textos resulte en que la reafirmación de la inerrabilidad bíblica sea considerada como inválida o irrelevante.

ARTÍCULO XI

Afirmamos que las Escrituras, habiendo sido divinamente inspiradas, son infalibles de modo que nunca nos podrían engañar, y son verdaderas y fiables en todo lo referente a los asuntos que trata.

Declaración de Infabilidad de las Escrituras

Negamos que sea posible que la Biblia en sus declaraciones, sea infalible y errada al mismo tiempo. La infalibilidad y la inerrabilidad pueden ser diferenciadas pero no separadas.

ARTÍCULO XII

Afirmamos que la Biblia es inerrable en su totalidad y está libre de falsedades, fraudes o engaños.

Negamos que la infalibilidad y la inerrabilidad de la Biblia sean sólo en lo que se refiera a temas espirituales, religiosos o redentores, y no a las especialidades de historia y ciencia. Negamos además que las hipótesis científicas de la historia terrestre puedan ser usadas para invalidar lo que enseñan las Escrituras acerca de la creación y del diluvio universal.

ARTÍCULO XIII

Afirmamos que el uso de la palabra inerrabilidad es correcto como término teológico para referirnos a la completa veracidad de las Escrituras.

Negamos que sea correcto evaluar las Escrituras de acuerdo con las normas de verdad y error que sean ajenas a su uso o propósito. Negamos además que la inerrabilidad sea invalidada por fenómenos bíblicos como la falta de precisión técnica moderna, las irregularidades gramaticales u ortográficas, las descripciones observables de la naturaleza, el reportaje de falsedades, el uso de hipérboles y de números completos, el arreglo temático del material, la selección de material diferente en versiones paralelas, o el uso de citas libres.

ARTÍCULO XIV

Afirmamos la unidad y consistencia intrínsecas de las Escrituras.

Negamos que presuntos errores y discrepancias que todavía no hayan sido resueltos menoscaben las verdades declaradas en la Biblia.

ARTÍCULO XV

Afirmamos que la doctrina de la inerrabilidad está basada en la enseñanza bíblica acerca de la inspiración.

Negamos que las enseñanzas de Jesús acerca de las Escrituras puedan ser descartadas por apelaciones a complacer o a acomodarse a sucesos de actualidad, o por cualquier limitación natural de su humanidad.

ARTÍCULO XVI

Afirmamos que la doctrina de la inerrabilidad ha sido esencial durante la historia de la Iglesia en lo que a su fe se refiere.

Negamos que la inerrabilidad sea una doctrina inventada por el protestantismo académico, o de que sea una posición reaccionaria postulada en respuesta a una crítica negativa de alto nivel intelectual.

ARTÍCULO XVII

Afirmamos que el Espíritu Santo da testimonio de las Escrituras y asegura a los creyentes de la veracidad de la Palabra escrita de Dios.

Negamos que este testimonio del Espíritu Santo obre separadamente de las Escrituras o contra ellas.

ARTÍCULO XVIII

Declaración de Infabilidad de las Escrituras

Afirmamos que el texto de las Escrituras debe interpretarse por la exégesis gramática histórica, teniendo en cuenta sus formas y recursos literarios, y de que las Escrituras deben ser usadas para interpretar cualquier parte de sí mismas.

Rechazamos la legitimidad de cualquier manera de cambio del texto de las Escrituras, o de la búsqueda de fuentes que puedan llevar a que sus enseñanzas se consideren relativas y no históricas, descartándolas o rechazando su declaración de autoría.

ARTÍCULO XIX

Afirmamos que una confesión de la completa autoridad, infalibilidad e inerrabilidad de las Escrituras es fundamental para tener una comprensión sólida de la totalidad de la fe cristiana. Afirmamos además que dicha confesión tendría que llevamos a una mayor conformidad a la imagen de Jesucristo.

Negamos que dicha confesión sea necesaria para ser salvo. Negamos además, sin embargo, de que esta inerrabilidad

pueda ser rechazada sin que tenga graves consecuencias para el individuo y para la Iglesia.

Preámbulo

PREÁMBULO Los cristianos evangélicos de comienzos del siglo XXI estánviviendo en un período de transición histórica. A medida que lacultura de Occidente se ha vuelto cada vez más poscristiana, haemprendido una formidable revisión de lo que significa ser un serhumano. En general, el espíritu de nuestra época ya no discierne nise deleita en la belleza del diseño de Dios para la vida humana.

Muchos niegan que Dios haya creado a los seres humanos para sugloria, y que sus buenos propósitos para nosotros incluyan nuestrodiseño personal y físico como hombre y mujer. Es común pensar quela identidad humana como hombre y mujer no forma parte del belloplan de Dios, sino que, más bien, es una expresión de las preferenciasautónomas de un individuo. De este modo, el camino al gozo plenoy duradero a través del buen diseño de Dios para sus criaturas esreemplazado por el camino de miopes alternativas que, tarde otemprano, arruinan la vida humana y deshonran a Dios.

Este espíritu secular de nuestra época presenta un gran desafío a laiglesia cristiana. ¿Perderá la iglesia del Señor Jesucristo suconvicción bíblica, claridad y valentía, y se fundirá con el espíritu dela época? ¿O se aferrará a la Palabra de vida, cobrará valor en Jesúsy proclamará sin avergonzarse su camino como el camino de vida?¿Conservará su claro testimonio contracultural ante un mundo queparece empeñado en irse a la ruina?

Estamos persuadidos de que la fidelidad en nuestra generaciónsignifica declarar una vez más la verdadera historia del mundo ynuestro lugar en él, en particular en cuanto a hombres y mujeres. LaEscritura cristiana enseña que no hay más que un solo Dios que es elúnico Creador y Señor de todo. Cada persona le debe gozosa gratitud,sincera alabanza y completa lealtad solo a él. Este no solo es elcamino a glorificar a Dios, sino a conocernos a nosotros mismos.Olvidar a nuestro Creador es olvidar quiénes somos, porque él noshizo para sí mismo. Y no podemos conocernos verdaderamente anosotros mismos sin conocer verdaderamente a aquel quien nos creó.No nos hicimos a nosotros mismos; no somos nuestros. Nuestraverdadera identidad, como personas masculinas y femeninas, ha sidodada por Dios. No solo es insensato, sino también inútil el tratar deconvertirnos en aquello para lo cual Dios no nos creó.

Creemos que el diseño de Dios para su creación y su medio desalvación sirven para darle a él la mayor gloria y darnos a nosotros elmayor bien. El buen plan de Dios nos concede la mayor libertad.Jesús dijo que él vino para que pudiéramos tener vida y tenerla enabundancia. Él está a nuestro favor y no en nuestra contra. Por lotanto, con la esperanza de servir a la iglesia de Cristo y testificarpúblicamente de los buenos propósitos de Dios para la sexualidadhumana revelada en la Escritura cristiana, presentamos las siguientesafirmaciones y negaciones.

ARTÍCULO 1

AFIRMAMOS que Dios ha diseñado el matrimonio para que sea unaunión de pacto, sexual, procreativa y de por vida entre un hombre yuna mujer, como esposo y esposa, y tiene el propósito de simbolizarel amor de pacto entre Cristo y su novia, la iglesia.

NEGAMOS que Dios haya diseñado el matrimonio para que fuerauna relación homosexual, polígama o poliamorosa. Tambiénnegamos que el matrimonio sea un mero contrato humano, sino unpacto hecho delante de Dios.

ARTÍCULO 2

AFIRMAMOS que la voluntad revelada de Dios para todas laspersonas es la castidad fuera del matrimonio y la fidelidad dentro delmatrimonio.

NEGAMOS que algún afecto, deseo o compromiso puedan justificarla relación sexual antes o fuera del matrimonio; tampoco justificanninguna forma de inmoralidad sexual.

ARTÍCULO 3

AFIRMAMOS que Dios creó a Adán y Eva, los primeros sereshumanos, a su propia imagen, iguales delante de Dios como personas,y distintos como hombre y mujer.

NEGAMOS que las diferencias divinamente ordenadas entre elhombre y la mujer impliquen para ellos desigualdad en dignidad ovalor.

ARTÍCULO 4

AFIRMAMOS que las diferencias divinamente ordenadas entrehombre y mujer reflejan el diseño original de la creación de Dios ysu finalidad es el bien humano y el florecimiento humano.

NEGAMOS que tales diferencias sean el resultado de la Caída o seanuna tragedia que deba ser superada.

ARTÍCULO 5

AFIRMAMOS que las diferencias entre las estructuras reproductivasmasculina y femenina son esenciales en el diseño de Dios para elautoconcepto como hombre o mujer.

NEGAMOS que las anomalías físicas o las condiciones psicológicasanulen el vínculo que Dios ha establecido entre el sexo biológico y elautoconcepto como hombre o mujer.

ARTÍCULO 6

AFIRMAMOS que aquellos que nacen con un desorden físico dedesarrollo sexual están creados a imagen de Dios y poseen dignidady valor tal como todos los demás que llevan dicha imagen. Ellos sonreconocidos por nuestro Señor Jesús en sus palabras acerca de los«eunucos que nacieron así desde el vientre de la madre». Con todoslos demás, ellos son bienvenidos como fieles seguidores de Jesús ydeberían aceptar su sexo biológico en la medida que este se puedaconocer.

NEGAMOS que las ambigüedades relacionadas con el sexobiológico de una persona la incapaciten para vivir una vida fructíferaen alegre obediencia a Cristo.

ARTÍCULO 7

AFIRMAMOS que el autoconcepto como hombre o mujer se deberíadefinir según los santos propósitos de Dios en la creación y redencióntal como se revelan en la Escritura.

NEGAMOS que la adopción de un autoconcepto homosexual otransgénero sea compatible con los santos propósitos de Dios en lacreación y la redención.

ARTÍCULO 8

AFIRMAMOS que las personas que experimentan atracción sexualpor el mismo sexo pueden vivir una vida rica y fructífera que agradea Dios mediante la fe en Jesucristo, en tanto que, como todos loscristianos, lleven una vida de pureza.

NEGAMOS que la atracción sexual por el mismo sexo sea parte dela bondad natural de la creación original de Dios, o que excluya a unapersona de la esperanza del evangelio.

ARTÍCULO 9

AFIRMAMOS que el pecado distorsiona los deseos sexuales,desviándolos del pacto matrimonial y dirigiéndolos a la inmoralidadsexual, una distorsión que incluye inmoralidad tanto heterosexualcomo homosexual.

NEGAMOS que un patrón permanente de deseo de inmoralidadsexual justifique la conducta sexual inmoral.

ARTÍCULO 10

AFIRMAMOS que es pecaminoso aprobar la inmoralidadhomosexual o el transgenerismo y que tal aprobación constituye unalejamiento esencial de la fidelidad y el testimonio cristianos.

NEGAMOS que la aprobación de la inmoralidad homosexual o eltransgenerismo sea un asunto de indiferencia moral respecto al cuallos cristianos por lo demás fieles deberían aceptar sus diferencias.

ARTÍCULO 11

AFIRMAMOS nuestro deber de hablar la verdad en amor en todotiempo, incluyendo cuando nos hablamos unos a otros o nosreferimos a otros como hombre o mujer.

NEGAMOS cualquier obligación de hablar de tal manera quedeshonre el diseño de Dios para quienes poseen su imagen comohombres o mujeres.

ARTÍCULO 12

AFIRMAMOS que la gracia de Dios en Cristo concede perdónmisericordioso así como poder transformador, y que este perdón ypoder le permiten a un seguidor de Jesús dar muerte a sus deseospecaminosos y andar de una manera digna del Señor.

NEGAMOS que la gracia de Dios en Cristo sea insuficiente paraperdonar todos los pecados sexuales y para dar poder para la santidada cada creyente que se sienta atraído hacia el pecado sexual.

ARTÍCULO 13

AFIRMAMOS que la gracia de Dios en Cristo permite a lospecadores abandonar el autoconcepto transgénero y, por pacienciadivina, aceptar el vínculo ordenado por Dios entre el sexo biológicode la persona y su autoconcepto como hombre o mujer.

NEGAMOS que la gracia de Dios en Cristo autorice autoconceptosque no concuerden con la voluntad revelada de Dios.

ARTÍCULO 14

AFIRMAMOS que Cristo Jesús ha venido al mundo a salvar a lospecadores y que, por medio de la muerte y resurrección de Cristo, elperdón de pecados y la vida eterna están a disposición de todapersona que se arrepienta del pecado y confíe solo en Cristo comoSalvador, Señor y supremo tesoro.

NEGAMOS que el brazo del Señor sea demasiado corto para salvaro que algún pecador esté fuera de su alcance.

Masculinidad & Feminidad Bíblica: Declaración de Danvers

“En diciembre del 1987, el recién formado Consejo de Masculinidad y Feminidad Bíblica se reunió en Danvers, Massachusetts para componer esta declaración. Antes de listar las afirmaciones comprendidas dentro de esta, hemos incluido una sección detallando los acontecimientos recientes que han servido como fundamento para dichas afirmaciones.

Ofrecemos este manifiesto al mundo evangélico confiando que dará lugar a discusiones sanas, y con la esperanza de que ganará una vasta aprobación.”

Fundamento

Hemos sido movidos hacia este propósito por algunos acontecimientos contemporáneos que hemos observado y que han sido motivo de preocupación:

• La gran incertidumbre y confusión que ha llegado a manifestarse en nuestra cultura sobre las

diferencias complementarias que existen entre la masculinidad y feminidad.

• Los efectos trágicos de esta confusión están penetrando el matrimonio como tal; ese tapiz que ha sido tejido por Dios con los preciosos y diversos hilos de la masculinidad y la feminidad.

• La promoción creciente que se le ha dado al egalitarianismo feminista con las distorsiones que comúnmente le acompañan, o el abandono y desatención que se le ha dado a la alegre armonía que debe existir entre el liderazgo amoroso y humilde de un esposo redimido y el soporte inteligente y dispuesto de este liderazgo por parte de una esposa redimida, tal como lo ilustran las Escrituras.

• La vasta ambivalencia que existe con respecto a valores tales como la maternidad, la profesión de ama de casa, y los muchos otros ministerios que han sido históricamente desempeñados por mujeres.

• Los incrementos en los reclamos sobre la legitimidad de las relaciones sexuales que bíblica e históricamente han sido consideradas ilícitas o perversas, y el aumento en la representación pornográfica de la sexualidad humana.

• El recrudecimiento del abuso físico y emocional dentro de las familias.

• La aparición de roles dentro del liderazgo de la iglesia, tanto para mujeres como para hombres, que no se conforman a las enseñanzas bíblicas, sino que resultan en la deformación del testimonio y fidelidad bíblica.

• El incremento, preponderancia y aceptación de errores o rarezas hermenéuticas elaboradas con la intención de re-interpretar significados de textos que están obviamente claros en la Biblia.

• La consiguiente amenaza a la autoridad bíblica cuando la claridad de las Escrituras es puesta en riesgo y cuando la accesibilidad de su significado para las personas comunes y corrientes retrocede al ámbito restringido del ingenio técnico.

• Y detrás de todo esto, la aparente conformación de algunos miembros de la iglesia de Cristo al espíritu de estos tiempos, a expensas de la atractiva autenticidad bíblica, que puede reformar en lugar de reflejar nuestra cultura enferma, por medio del poder del Espíritu Santo.

Afirmaciones

Basado en nuestro entendimiento de las enseñanzas bíblicas, afirmamos lo siguiente:

• Tanto Adán como Eva credos fueron creados a imagen de Dios, igual delante de Dios como personas y distintos en su masculinidad y feminidad. (Gen 1:26-27, 2:18).

• Las distinciones en los roles masculinos y femeninos son ordenados por Dios como parte del orden de la creación, y esta verdad debe resonar en todo corazón humano. (Gen 2:18, 21-24; 1 Co. 11:7-9; 1 Tim 2:12-14).

• El liderazgo de Adán dentro del matrimonio fue establecido por Dios desde antes de la caída y no fue resultado del pecado. (Gen 2:16-18, 21-24; 3:1-13; 1 Co. 11:7-9).

• La caída introdujo distorsiones dentro de las relaciones entre la mujer y el hombre. (Gen 3:1-7, 12, 16).

A. Dentro del hogar, el liderazgo amoroso y humilde del hombre tiende a serreemplazado por dominio o pasividad; la sumisión voluntaria e inteligente de la mujer tiende a ser reemplazada por el deseo de usurpar la posición o el servilismo.

B. En la iglesia, el pecado tiende a inclinar a los hombres hacia un amor mundano por el poder o una abdicación de sus responsabilidades espirituales, e inclina a la mujer a resistirse a las limitaciones de sus roles o a abandonar el uso de sus dones en los ministerios apropiados.

C. El Antiguo Testamento, así como el Nuevo Testamento, manifiestan el alto valor, igualdad y dignidad que Dios le concedió a los roles masculinos y femeninos.

(Gen 1:26-27, 2:18; Gal 3:28). Ambos testamentos también afirman los principios de liderazgo masculino, tanto en la familia como en la comunidad de la iglesia. (Gen 2:18; Ef 5:21-33; Col 3:18-19; 1 Tim 2:11-15).

• La redención en Cristo apunta hacia la remoción de las distorsiones causadas por la maldición.

• Dentro de las familias, los esposos deben renunciar al liderazgo áspero, fuerte y egoísta y deben crecer en amor y cuidado hacia sus esposas; las esposas deben renunciar a resistirse a la autoridad de sus esposos y crecer en la sumisión voluntaria y gozosa a esa autoridad. (Ef 5:21-33; Col 3:18-19; Tito 2:3-5; 1 Pe 3:1-7)

• En la iglesia, la redención en Cristo le da tanto a los hombres como a las mujeres igual participación en las bendiciones de la salvación; no obstante, algunos de los roles en el gobierno y la enseñanza dentro de la iglesia están restringidos a los hombres. (Gal 3:28; 1 Co. 11:2-16; 1 Tim 2:11-15).

• En todos los ámbitos de la vida Cristo es la autoridad suprema y la guía de todos los hombres y mujeres, de forma tal que ninguna sumisión terrenal, ya sea doméstica, religiosa o civil en alguna ocasión intente convertirse en autoridad que los lleve a pecar. (Dan 3:10-18; He. 4:19-20; 5:27-29; 1 Pe. 3:1-2).

• Tanto en hombres como mujeres, el llamado sentimental del corazón hacia algún ministerio nunca deberá imperar sobre los criterios bíblicos. (1 Tim 2:11-15; 3:1-13; Tito 1:5-9). Contrariamente a ello, la enseñanza bíblica debe permanecer siendo la autoridad para someter a prueba nuestro discernimiento subjetivo de la voluntad de Dios. Con la mitad de la población mundial fuera del alcance del evangelismo autóctono; con otras numerosas personas perdidas en aquellas sociedades que han escuchado el Evangelio; con las presiones y las miserias de la enfermedad, desnutrición, analfabetismo, ignorancia, desamparo, adicciones, crímenes, encarcelamientos, neurosis, y soledad, ningún hombre o mujer que sienta pasión por Dios y de dar a conocer Su gracia en hechos y palabras deberá vivir sin llevar a cabo un ministerio para la gloria de Dios y el bien de este mundo caído. (1 Co. 12:7-21). Estamos convencidos de que la negación o el abandono de estos principios llevarán a un incremento de las consecuencias destructivas en nuestras familias, nuestras iglesias y la cultura en general.

• Proclamar la autoridad de la Palabra de Dios sin excusas. 2 Timoteo 4:2

• Exaltar el nombre de Jesús a través de la adoración. Juan 4:24

• Creer firmemente en el poder de la oración. Efesios 6:18

• Compartir las Buenas Nuevas de Jesús con denuedo. Efesios 6:19-20

1. Predicación Expositiva

Esta es la predicación la cual expone lo que la Escritura dice en un pasaje en particular, explicando cuidadosamente su significado y aplicándolo a la congregación. Es un compromiso a escuchar la Palabra de Dios y recuperar la centralidad de ella en nuestra adoración.

2. Teología Bíblica

Pablo encarga a Tito a “enseñar lo que este de acuerdo a la sana doctrina” (Tito 2:1). Nuestra preocupación no es solo cómo enseñamos, sino que es lo que enseñamos. La Teología Bíblica es un compromiso de conocer al Dios de la Biblia tal y como Él se ha revelado en la Escritura.

3. Entendimiento Bíblico de las Buenas Nuevas

El Evangelio es el corazón del cristianismo. Pero las Buenas Nuevas no significan que Dios quiera satisfacer las necesidades de las personas o ayudarlas a desarrollar una auto-imagen más sana. Nos hemos revelado pecaminosamente en contra de nuestro Creador y Juez. Pero Él bondadosamente envió a Su Hijo a morir la muerte que merecíamos por nuestro pecado, y Él ha acreditado la absolución de Cristo a aquellos que se arrepienten de sus pecados y creen en la muerte y resurrección de Jesús. Esas son las Buenas Nuevas.

4. Entendimiento Bíblico de la Conversión

El cambio espiritual de cada persona necesita ser tan radical, tan cerca a la raíz, que sólo Dios puede hacerlo. Necesitamos que Dios nos convierta. La conversión no necesita ser una experiencia emocional. Sino que debe evidenciarse con frutos santos, si es la verdadera conversión de la que habla la Biblia.

5. Entendimiento Bíblico del Evangelismo

Como las personas comparten el Evangelio esta cercanamente relacionado a como entienden el Evangelio. Presentarlo como algo adicional que proporciona a los no cristianos algo que ellos naturalmente desean (ej. gozo o paz) es presentar una media verdad, lo cual provoca falsas conversiones. Toda la verdad es que nuestra necesidad más profunda es la vida espiritual, y que la nueva vida sólo viene al arrepentirnos de nuestros pecados y creer en Jesús. Presentamos el Evangelio abiertamente, y dejamos la conversión a Dios.

6. Entendimiento Bíblico de la Membresía Eclesiástica

La membresía debe reflejar un compromiso vivo a una iglesia local en asistencia, dar, oración y servicio; de otro modo sería sin sentido, sin valor e incluso peligroso. No debemos permitir mantener la membresía de personas en nuestras iglesias por razones sentimentales o por una falta de atención. Ser miembro es estar intencionalmente viajando juntos como extranjeros en este mundo mientras nos dirigimos a nuestro hogar celestial.

7. Disciplina Bíblica Eclesiástica

La disciplina de la iglesia nos da los parámetros de la membresía de la iglesia. La idea hoy en día parece negativa a las personas, “¿no nos prohíbe el Señor juzgar?”. Cada iglesia local tiene una responsabilidad bíblica de juzgar la vida y la enseñanza de sus líderes, y aún de sus miembros, especialmente al grado en que cada uno pueda comprometer el testimonio de la iglesia al Evangelio.

8. Interés por Promover el Discipulado y Crecimiento Cristiano

Existe hoy una penetrante preocupación con el crecimiento de la iglesia; no solamente con el crecimiento numérico, sino con el crecimiento de los miembros. Aunque muchos cristianos miden estas cosas, la única señal observable de crecimiento es una vida de santidad creciente, teniendo su raíz en una abnegación cristiana; estos conceptos son casi extintos en la iglesia moderna. Recuperar el verdadero discipulado para hoy edificará a la iglesia y promoverá un testimonio más claro al mundo.

9. Liderazgo Bíblico Eclesiástico

Debe haber una pluralidad de ancianos en cada iglesia local. Esta pluralidad de ancianos no es solo bíblica, sino práctica y tiene un gran beneficio en complementar los dones del pastor para asegurar una guía apropiada de la iglesia de Dios.

Acerca de Nuestra Iglesia

La Iglesia Bautista Ciudad de Dios está en plena cooperación con la Convención Bautista del Sur de Puerto Rico a nivel local y con la Southern Baptist Convention a nivel nacional. Como iglesia sostenemos la Fe y Mensaje Bautista 2000 como una explicación detallada de las creencias bíblicas practicadas por los Bautistas del Sur y también nos adherimos a una adaptación que hemos hecho a la Confesión de Fe de New Hampshire de 1853.